Con 1150 habitantes, y Las Pampas, con cerca de 3000, son parroquias del cantón Sigchos que, el 15 de marzo, se vieron ocupadas por cientos de militares, policías y personal de seguridad privada al servicio de la empresa canadiense Atico Mining. La compañía busca iniciar la explotación con el proyecto “La Plata” para extraer oro, plata, cobre, zinc y otros recursos.
La concesión minera La Plata tiene yacimientos de estos minerales y ha sido clasificada como mediana minería bajo la legislación ecuatoriana. Se extiende a lo largo de 2,222 hectáreas en las áreas de Palo Quemado, Las Pampas y Alluriquín, esta última en la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas. La zona, un bosque siempre verde montano bajo, se sitúa entre el Chocó biogeográfico y el volcán Iliniza en la cordillera de los Andes, con una larga historia de actividades agrícolas y ganaderas que se remontan más de un siglo atrás.
Foto obtenida de https://ekosnegocios.com/articulo/agricultura-e-industria-abarcan-el-59-de-la-economia-de-cotopaxi
Expertos y miembros de la comunidad advierten que el uso de explosivos para la minería subterránea en La Plata, el empleo de químicos como cianuro de sodio y la construcción de piscinas de relaves pondrían en grave riesgo la biodiversidad local. La flora y fauna en el área, según el Estudio de Impacto Ambiental (EIA), incluye especies en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN. Además, las fuentes de agua que abastecen a comunidades como Alluriquín, Santo Domingo y Tandapi están en peligro, junto con las actividades agrícolas y ganaderas que sustentan a las familias de la región.
Para estas comunidades, que dependen de la agricultura y la ganadería, el estilo de vida ya es de por sí limitado y precario; la falta de conocimiento y trazabilidad de las cadenas de valor, hace que desde las ciudades se minimice su trabajo. En la ciudad, rara vez se comprende el arduo esfuerzo de los agricultores, quienes enfrentan jornadas extenuantes para llevar productos frescos a los mercados de todas las ciudades. A menudo, el trabajo agrícola es infravalorado, y el impacto de las largas horas de trabajo físico intenso para mantener la producción de alimentos se subestima.
De manera similar, los ganaderos todo su patrimonio y sustento es su ganado, considerando a las vacas como parte esencial de la familia por el alimento y economía que proveen. La obtención de productos lácteos de calidad demanda paciencia y buenas prácticas; muchas veces los ganaderos no tienen capital suficiente para procesar sus propios productos lácteos, por lo que en el mejor de los casos a través de sindicatos o centros de acopio comunitarios, pueden acceder a vender su materia prima a ciertas marcas conscientes, quienes reconocen y pagan un precio justo a los ganaderos (o a veces un poco más tras exigir ciertos estándares específicos del ganado y su materia prima).
En otros casos, sin tanta suerte los productores lecheros se ven obligados a vender a precios muchísimo más bajos a grandes empresas que no ofrecen garantías sostenibles, que no tienen un fin social y solo buscan generar ganancia a cualquier costo; relegando su labor a la marginalidad, ellos no tendrán más opción que aceptar ese intercambio injusto porque es mejor que les paguen una miseria a que no vendan nada y se desperdicien cientos de galones de leche. Lógicamente nosotros también debemos ser conscientes de ello y comprar lácteos a empresas que ayuden a estas personas a salir adelante.
De cualquier forma, la llegada de empresas mineras como Atico Mining no contempla estas realidades. Su enfoque estará en maximizar la producción y extracción, sin atender al impacto que esto tendrá en el ecosistema y en las vidas de estas comunidades. El daño potencial a las fuentes de agua y al medioambiente intensificaría la situación de vulnerabilidad en la que viven los habitantes de la región. ¿Qué les depara el futuro si su estilo de vida, ya precarizado, se ve aún más amenazado por estas nuevas concesiones? ¿Acaso las mineras y el gobierno de turno son conscientes que firmar un acuerdo minero puede comprometer el modo de vida, salud y medios de producción de toda una comunidad?
Ñapukay Cristina Taco, Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi
El Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC) se conformó en 1974 y los primeros fueron los campesinos. Dentro del territorio tenemos dos organizaciones que conforman a Sigchos la Federación de Organizaciones Indígenas y Campesinas del Cantón Sigchos (FOICCS) y la Unión de Organizaciones Campesinas del Noroccidente de Sigchos (UNOCS). Ambas están activas dentro del territorio. Los compañeros que se encuentran ahí son montuvios y son indígenas, algunos sus raíces están desde el sector de Saquisilí, que la vida les ha llevado y están ahora viviendo allí y son indígenas. Pero ahora resulta que una empresa canadiense dice que nosotros no tenemos nada que ver en el territorio. También se ve la discriminación a través del censo, donde a veces uno se saca el sombrero y ya le ponen mestizo. La pregunta seria qué es ser indígena para la otra parte.
Alain Bureau, director del proyecto minero La Plata
Cuando nos enseñaban historia, nos decían que llegaron algunos extranjeros, mataron a la población que se encontraba en el territorio y se fueron llevando el oro y ¿ahora? ¿cuál es la diferencia de lo que está sucediendo? Están viniendo empresas chinas, empresas canadienses, de todos los sectores, llegan acá, firman con el presidente sin ninguna consulta Ya está firmado, nos dicen. La consulta es previa, antes de cualquier firma nos tendrían que decir, pero nos dicen, ya está firmado, el estado se va a endeudar. Pues el estado que se endeude. Nunca nos han consultado
Vienen empresas de afuera, desplazan a nuestras poblaciones de nuestros territorios y entonces estamos viviendo lo mismo de hace 530 años. Todavía vienen soldados, militares con caballos, pisan a nuestra gente, entonces ¿cuál es el avance para nosotros como pueblos y nacionalidades? ¿Cuál es el avance, cual es el desarrollo? Ese supuesto desarrollo es para la empresa no para nosotros**. Nosotros nos desarrollamos a través de la agricultura, a través de sostener nuestros territorios ancestrales**.
Rosa Elena Masapanta, desde Palo Quemado